lunes, 5 de octubre de 2009

SEVILLA 2 - 1 REAL MADRID

El Sevilla es un equipo extraordinario, de los mejores de Europa y más allá. Y no pretendo descubrir nada. Lo señalo, simplemente, para fijar el escenario del análisis. Escenario, por cierto, que anoche rugía, el Pizjuán. Allí cayó el Madrid sin ninguna deshonra, vaya esto en su descargo, aunque con demasiados errores, y apúntese la crítica en el debe del entrenador y de varios futbolistas que por aquí irán apareciendo.

Con el Sevilla la originalidad es imposible. Ya sabemos que su problema no es la intensidad. A máxima temperatura y encendido por su estadio, el equipo resulta casi inabordable, porque abrasa. Sin embargo, conocida su fortaleza, el Madrid hizo poco por interrumpir sus caminos. Planteó una lucha honorable, chocando pecho contra pecho, pero no aportó soluciones tácticas que compensaran el fuego local. O dicho de otro modo: ignorados los puntos fuertes del rival, Pellegrini obvió los puntos débiles de su propio equipo. Puesto sobre el césped: Marcelo sobre Navas, un lateral con escasa tensión defensiva contra el extremo más afilado de la Liga.

Acepto que es injusto responsabilizar a un solo jugador de lo que pelean veintidós. Pero la vida, en ocasiones, es cruel. Y los entrenadores, también. Abandonado a su suerte, Marcelo no sólo fue el ujier que abría las puertas a Navas, sino que le regaló el primer gol con la pasividad que jamás mostrará un defensa verdadero.

A quien me diga ahora que el Sevilla no es sólo un extremo, le diré que es cierto, que son dos. Mientras Navas hacía sangre, Perotti, en la otra costa, atacaba a Sergio Ramos, que es otro lateral sin vocación. Y en un combate tan fabuloso por esas dos grietas cabe un tormento.

Diferencia.

De manera que cuando el tablero quedó definido lo vimos así: el Sevilla jugando a lo que sabe, volcán y bandas, y el Madrid improvisando, algo sofocado, pues aún no se había enfrentado a un adversario tan feroz ni lo había estudiado, por lo que parece.

Y en ese trance, hay que decirlo, decepcionó Kaká. No estuvo a la altura de su talento y apenas colaboró en la salida de un balón. Al jugar por delante de la línea de creación, su influencia se reduce dramáticamente y entonces la comparación con Cristiano, con su peso, resulta inevitable.

Pese a todo, el Madrid resistía. Mientras el Sevilla percutía por los flancos, el visitante se afanaba en conectar pases, rápido y al toque, para salvar marcas y tobillos. Cuando enlazó más de cuatro pases, creó peligro y fabricó ocasiones. La mejor la desaprovechó Benzema, incapaz de golpear siquiera un gran pase de Raúl.

El gol de Navas, un cabezazo sobre la mansedumbre de Marcelo, fue la conclusión lógica de cuanto ocurría. Y la consiguiente reacción del Madrid destapó el orgullo de un gran grupo que está por cuajar, pero que ofrece esperanzas.

Luego llegaron los milagros de Casillas. En el primero despejó un cabezazo a bocajarro de Renato. En el segundo, y más memorable, tocó un balón que todos vimos dentro, menos él: Negredo superó a Albiol y su pase lo remató Perotti a puerta vacía, o eso creyó. Casillas, tan lleno de fe como de agilidad, se lanzó como Supermán y sacó una pelota que ya nacía gol.

Pepe empató de cabeza y la sacudida volvió a delatar a los contendientes. Más preparado el Sevilla y más silvestre el Madrid, tanto que ni los balones parados los defiende de memoria. Lo disfrutó Renato en el segundo gol. Tras el saque de un córner, nadie le vigilaba en la olla del área. Nadie.

El Madrid, más vivo con Higuaín, volvió a recurrir al honor y casi le llega. Pero esgrimirlo como consuelo casi ofende. La única verdad es que el Sevilla te mide y el Madrid aún debe crecer. Y estudiar.

FUENTE: www.as.com

sábado, 3 de octubre de 2009

CRISTIANO RONALDO K.O

Cristiano Ronaldo no ha entrado en la lista de convocados de Manuel Pellegrini para jugar en Sevilla, donde por un esguince de tobillo se perderá su primer partido como madridista. Cristiano Ronaldo se lesionó el tobillo derecho el pasado miércoles en partido de Liga de Campeones, ante el Olympique de Marsella, en la jugada en la que fue víctima de un penalti y se retiró a los 69 minutos de partido tras marcar dos goles.

La fuerte contusión con esguince que sufre en el tobillo le impide jugar ante el Sevilla en el estadio Sánchez Pizjuán, tras confirmarse este sábado que no llega a tiempo y no está al cien por cien para jugar un encuentro de competición, pese a su deseo de jugar. Pellegrini no ha querido arriesgar y tampoco se llevará a Sevilla a Lass, Arbeloa, Gago y Van Nistelrooy, ya que todos ellos arrastran molestias. De esta forma, al Real Madrid se le presenta una difícil papeleta este fin de semana. Los madridistas se miden a uno de los rivales más en forma de esta Liga y el técnico chileno no podrá contar con jugadores importantes en su once como Cristiano Ronaldo o Lass.

Manuel Pellegrini confirmó la noticia en rueda de prensa, donde explicó que la decisión se ha tomado en común acuerdo de cuerpo técnico, jugador y médicos. "Lo único que ha influido ha sido el tobillo de Cristiano Ronaldo. Lo intentó ayer y lo ha vuelto a hacer hoy pero tiene un esguince que le da dolor y que le impide jugar mañana", explicó. "No es baja por el rival, las circunstancias del partido ni la cancha donde jugamos. Lo es porque él no se siente como para jugar y tampoco lo ve oportuno el médico", añadió.

La lista de convocados para el partido de Liga ante el Sevilla es la siguiente: Casillas, Dudek, Sergio Ramos, Pepe, Marcelo, Albiol, Garay, Metzelder, Drenthe, Diarrá, Guti, Granero, Van der Vaart, Xabi Alonso, Raúl, Kaká, Higuaín y Benzema.


FUENTE: www.marca.com

jueves, 1 de octubre de 2009

REAL MADRID 3 - 0 OLYMPIQUE MARSELLA

Seguimos igual, pero no es mal estado. El Madrid continúa improvisando, pero gana por tres, cuatro o cinco y, aunque le cuesta domar los partidos, siempre le sobran minutos para pensar en la cena, ayer más de 20. Hay que reconocer el defecto sin negar el mérito. Falta juego, no hay duda. Sin embargo rebosa la fortaleza, el gol. Tal vez esto que vemos ya sea un estilo. Chocar contra el rival hasta que ceda uno. Y, de momento, ceden los otros, primero dignamente y al rato hechos jirones. Digan a esos muertos que el Madrid no juega a nada.

El partido se conectó con otros anteriores. Tenerife, sin ir más lejos. Un rival aplicado, una presión adelantada y poco campo donde pisar. Eso basta para enredar al Madrid y se ha corrido la voz. Si Pellegrini ha ensayado escapatorias se nota poco. Valdría con el toque rápido o el pase largo, pero no salen. Como si faltara estudio, como si no existieran automatismos, como si sobre el césped todo resultara una sorpresa.

Llegados a este punto, señalemos que el Olympique es un equipo de categoría. Y fuerte como un oso. O mejor nos valdrá una pantera. El caso es que su presión resulta asfixiante y tumultuosa. Como también saben jugar y cuentan con un delantero excelente, Niang, plantean partido.

Sigue sin ser excusa, pero ayuda a explicar el panorama. En ese chocar de pechos se pasó la primera parte: el Madrid sin entender y el Olympique lanzando un asalto en cada robo de balón, y hubo unos cuantos. Ni Gago ni Xabi sostuvieron el mediocampo, y si excluimos a Guti de la crítica es porque la fontanería correspondía a otros.

Misiles. Cristiano se cansó y comenzó a tirar de lejos. Con dos disparos desencuadernó a Mandanda, que despejó con sofoco. Aquello inquietó al Olympique y en los últimos minutos perdió el tono. Entonces apareció Benzema: primero con una chilena que voló alta y después con un mano a mano que le ganó el portero.

En ese instante, empate a cero y mal juego, el primer análisis corre el riesgo de olvidar el desgaste causado por el Madrid a su rival. Porque la presión necesita de aliento y el orden de concentración. Y el cansancio ataca los pulmones y la cabeza. Y nadie vuelve tan aguerrido del vestuario.

Volvió a ocurrir ayer. Favorecido por el paso de los minutos, marcó el Madrid. Pepe acertó con el pase largo y Cristiano resolvió haciendo uso de la inteligencia. Primero observó el pánico del portero, su salto desesperado, y luego le batió por bajo, suave, con la izquierda.

El Olympique, sin saberlo, ya estaba en la lona. A los dos minutos, Diawara arrasó con tanta violencia a Cristiano que si tocó el balón fue porque los terremotos lo arrasan todo. Penalti y segunda amarilla. Kaká marcó y a continuación se gestó la mejor jugada de la noche. Tras varios caracoleos, Kaká hizo la pared con Benzema y el genio francés se la regaló a Cristiano, que ya andaba cojo. Tres a cero.

En apenas seis minutos, el Madrid había ventilado el partido. Y pudo haber marcado más goles de acertar Higuaín. Del Olympique, ni rastro. Sí, díganle a ese fantasma que el Madrid no juega a nada.

FUENTE: www.as.com

miércoles, 23 de septiembre de 2009

¡¡¡¡¡ HOLA A TODOS !!!!!

estamos haciendo pruebas..... pronto estaremos a punto para contar la actualidad del real madrid .




gracias